La importancia de aprender a ser buen acompañante

A todas las personas en algún momento de la vida seguramente nos tocará consolar y/o acompañar a alguien que pierde a un ser querido. En estas circunstancias de la vida, el doliente necesita más que nunca un espacio para ser escuchado donde pueda comunicarse libremente, sin miedos ni reservas, para así iniciar su proceso de duelo; este espacio lo encuentra gracias al acompañante.

Ponerse al servicio del otro es un acto de amor y compasión que alentamos a que te animes a experimentar.

Una premisa básica a tener en cuenta

Cuando se trata de acompañar a alguien que ha sufrido una pérdida y está en proceso de duelo, nunca debemos olvidar que “no sabemos absolutamente nada”, es decir, el estado de máxima ignorancia. Si tratamos de acompañar a alguien desde el estado de que sabemos cómo se siente, lo que le sucede, por lo que va a pasar, etc., no estaremos ayudándolo realmente. Frente al ser humano que tenemos delante y al que pretendemos acompañar debemos despojarnos de todos los prejuicios y “conocimientos”, presuposiciones y ponernos de verdad a su servicio, desde la escucha activa, la presencia y el estar ahí para el otro. No hay dos personas iguales, y por lo tanto no hay dos duelos iguales. Cada persona tiene unos sentimientos, recuerdos, una relación que era única con el fallecido y unas percepciones propias sobre lo que está viviendo.

Las 3 Claves para Acompañar a Alguien en Duelo

Bien, ahora que ya sabemos que no sabemos nada y que tenemos unas pautas sobre qué hacer en los primeros momentos, estamos preparados para conocer algunas claves.

  1. La Presencia

    La presencia es estar ahí para el otro, estar enfocados en la otra persona, en el aquí y el ahora, sin estar pensando en otra cosa que no sea lo que la persona a la que acompañamos está necesitando. En ocasiones cuando estamos en tanatorios, funerales, comidas familiares de homenaje, etc. en las que tenemos que estar al lado de los dolientes, no estamos nada cómodos y asistimos a ellas más cómo trámite o como parte de algo impuesto por la sociedad y por lo tanto, estamos pensando más en nosotros mismos, que en lo que el doliente puede necesitar. La muerte es algo que impacta a cada persona de una forma diferente y no todos estamos llamados a ejercer de acompañantes, es importante ser honestos con nosotros mismos, y si la situación te supera, busca ayuda en otra persona cercana y cede ese puesto. “La presencia es estar enfocados en la otra persona, en el aquí y el ahora”. Pero si eliges acompañar, entonces, debes estar presente. Hay dos tesoros que te ayudarán a estar presente y enfocado en tu papel: • La Respiración: Tomar conciencia de tu respiración, del momento presente, del espacio en el que estás, de la persona que tienes al lado, de tu cuerpo físico. Poner atención a estos puntos que te menciono te ayudará a mantenerte centrado en el momento presente y que el doliente note tu presencia.

    El Poder del Silencio: No sientas la necesidad de llenar todos los espacios de palabras, no hacen falta, el silencio en muchas ocasiones es el mejor consuelo, escuchar al otro, acompañarle desde el respeto a su dolor, a ese espacio que se crea, por ejemplo, cuando se está velando a un ser fallecido, o cuando el otro necesita desahogarse. “El silencio en muchas ocasiones es el mejor consuelo”.

  2. Lo que Debemos Evitar

    Si ya has comprendido que el silencio y la presencia son herramientas muy poderosas, entenderás que se deben evitar frases hechas que lejos de ayudar, lo que hacen es anular al doliente y construir un muro entre él y el resto del mundo. Evita las frases como: “Es ley de vida” “Siempre se van los mejores” “Tienes que ser fuerte” “No somos nadie” “La vida es así” “Qué vamos a hacer” “A todos nos llega nuestra hora” …y un largo etcétera de frases similares no ayudan en nada y, al contrario, alejan a la persona de ti. Cámbialo por un: “Estoy aquí para ti” “¿Necesitas que me encargue de algo?” “¿Te hace falta que te acompañe a algún sitio?” Muéstrate como un agente activo, pero en la figura del acompañante. También debes evitar imponer tus criterios sobre lo que debería o no hacer, si debería descansar, marcharse a casa a dormir, no asistir al funeral, etc. Muchas veces hay rituales o peticiones que el doliente tiene, que puede que tú no compartas o consideres fuera de lugar, pero entiende que para él puede ser importante leer un escrito, entregar al difunto un talismán o una joya especial, o hacer que se cumplan los últimos deseos del fallecido respecto a su despedida. El protagonista es él, no tú. El que el doliente sea libre de expresar y realizar estos ritos de despedida, es muy importante para que la futura elaboración de su duelo se desarrolle sin sentir ninguna culpa por no haber podido realizar los deseos de su ser querido o los suyos propios. Recuerda siempre que el protagonista es él, no tú.

  3. Lo Que Debemos Potenciar

    Debemos potenciar que el doliente se sienta útil, que sienta que está haciendo todo lo posible dentro de las circunstancias que le está tocando vivir. Es muy probable que se sienta abrumado, que te diga que no va a poder con todo esto, que se muestre abatido, hazle saber que es normal, que es parte del proceso, que tiene derecho a sentirse mal, que no tiene que tener prisa, que los próximos meses va a vivir un proceso de duelo, que vas a estar ahí para lo que necesite. El doliente tiene derecho a sentirse mal y a no tener prisa en procesar sus emociones. Pregúntale en qué cosas de la vida cotidiana le puedes ayudar y acompáñale a realizarlas, o si las haces por él, siempre hazle partícipe de todo lo realizado y hazle ver que él es perfectamente capaz de realizarlas, que esta ayuda es solo algo coyuntural. Mantente disponible para él, a una distancia que no le agobie, pero hazle saber que puede contar contigo para hablar, para expresarse, para cualquier trámite que tenga que realizar. Intenta crear un espacio de confianza con la persona, que sienta que puede contar contigo, de nuevo la presencia y el poder del silencio serán tus mejores aliados. Respeta sus momentos de soledad. Debemos potenciar la escucha activa sin límites, que sienta que le escuchamos, que nos interesa lo que tiene que contarnos, nos relatará y nos hablará de su ser querido constantemente y nos contará lo mismo muchas veces, acompáñale en esos relatos desde la empatía y el amor. Habrá momentos en que quiera estar solo.

Fragmento del “Manual del acompañante” de Sandra Argüelles